Por: Víctor Araújo
@Araujo_Vic
Deportado
en América estaré en varios países. La misión: ser uno de los más buscados por
la Interpol.
Si Ud. no
ha leído la primera parte, le sugiero que lo haga antes de seguir leyendo, pero
como ud. Puede querer ser tan rebelde como yo mientras escribo, siéntase en la
libertad de seguir leyendo sin ninguna precaución ¿será delito, en algún lugar
del mundo, leer la segunda parte de un artículo antes que la primera?
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Iniciaré mi
recorrido en América en Canadá. Lo primero que haré es viajar a la vereda del Banco
en Ottawa donde comeré helado sin ningún tipo de precaución mientras camino por
las calles. Montaré una escuela de brujería en Alberta por lo que me
condenarán. Cuando cumpla mi pena pediré un arma con balas, un caballo y huiré
de la ciudad como la ley estipula que tengo derecho.
No sé cómo,
pero llegaré a Guam a reinventar mi vida. Ahí me mantendré firme a las leyes.
Buscaré un empleo bajo toda la normatividad y me convertiré en un desvirgador
profesional. Me pagaran por ir de pueblo en pueblo por hacer mi trabajo y me
haré a un buen nombre en ese sector económico. Todo por que en Guam las mujeres
no pueden casarse vírgenes para lo cual requerirán de mi variado portafolio de
servicios.
Me
aburriré, como todos, de la monotonía de mi trabajo e intentaré probar suerte
en tierras lejanas. Me iré a Australia. Con el mismo caballo que me dieron en
Canadá, iré de bar en bar y de vez en cuando a un restaurante para que alimente
gratuitamente a mi percherón (o eso espero, que me hayan dado un percherón). Me dedicaré a ser un electricista cambiando
los bombillos de todos aquellos que por no contar con mi certificado de
electricista, están impedidos a cambiar su propio bombillo fundido. Los fines
de semana me pondré pomada negra para zapatos en la cara y caminaré fingiendo
que no pasa nada.
Cansado del
occidentalismo y donde aparentemente es bueno esconderse de las autoridades
internacionales, me perderé en oriente. Si Osama se escapó tanto tiempo ¿por
qué yo no?
Estando en
el Líbano haré marchas y protestas públicas, promulgando que las personas que
así lo deseen, puedan tener relaciones sexuales con un animal macho y no sean
condenadas a la muerte. Seguramente
muchos me tildarán de loco y fuera de contexto así que tomaré rumbo a
Indonesia.
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Allá seguiré con mi labor de protesta, pero en
este caso a todo aquel que decida masturbarse. Trataré de impregnarme del Islam
y mejorar la ley de decapitación por masturbación. Si le tienen que cortar algo
mejor que sea la mano y no la cabeza. Ante intentos fallidos me iré a una
sociedad “socialmente” conocida como de inteligentes, me iré a China.
Estando en
China me casaré. Cuidadosamente le seré infiel a mi mujer y si me descubre la
denunciaré en caso de no intentar matarme con sus propias manos. De los
juzgados saldré impune e intentaré rehacer mi vida. Aplicaré a todo tipo de
Universidades exclamando en mis ensayos que soy inteligente y por eso deben
aceptarme. Al probar que no soy tan inteligente como creo y me rechacen en
todos los centros educativos buscaré mejor suerte en Israel.
Residiendo
en Israel no me importará meterme el dedo en la nariz los sábados por lo cual
me multaran y cuando las cosas aparentemente no podrían ponerse más raras e
ilegales llevaré un oso a la playa y le daré
el día de su vida. Aunque eso acarree mi expulsión del país, no me
importará pues sabré que Tailandia me ofrecerá mejores oportunidades.
Estando en
Tailandia no consumiré chicles pensando en lo descuidado que soy cuando los
arrojo al piso. Con esta actitud evitaré una multa de 600 dólares que
seguramente no tendré para pagar, impidiendo un problema mayor para que no me
tengan que encarcelar por eso.
Autor Balaikin vía www.bancodeimagenesgratis.com |
Siempre
pensaré que la tentación está presente en Tailandia y me mudaré a Singapur
donde ni siquiera es permitida la venta de la golosina. Armaré un garaje clandestino de reproducción
de películas porno y solo ofreceré, en un bar que tendré como fachada, el sexo
oral como entretenimiento para evitar cualquier altercado con las autoridades.
Desesperado por comer chicle me iré a Bahreim.
Allá me
dedicaré a conocer médicos, específicamente Ginecólogos. En toda reunión
posible me burlaré de ellos por tener que realizar exámenes a sus pacientes a
través de un espejo por no poder mirar los genitales de manera directa. Y
pasaré mi vejez con tranquilidad sabiendo que estoy en un lugar tan recóndito
en el que jamás seré encontrado.
Y me
lamentaré de viejo pensando el por qué no me quedé en Colombia. Donde un delito
extraño parece ser el tener restricciones para sacar el carro ciertos días de
la semana.
lo que nadie quiere leer
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